A falta de todo lo que podría estar haciendo ahora me estoy
resignando a escribir, tenía algo de ganas de desaparecer, pero simplemente
tenía que darme tiempo para dedicar unas cuantas de mis letras, los días se han
tornado algo brillantes, aunque un poco de neblina no le ha venido mal, me
agrada mucho…
Tengo unas muy buenas melodías para mostrarte, me cansé de
dedicar sin ser correspondida, cómo podrías comprenderlas? Me duele el corazón
de tan solo pensar cómo podrías tocarme a ese ritmo, te quiero cerca, aunque me
aterre la idea de quererte, me adormece pensar en ti, no puedo evitar soñar con
nuestros encuentros de amantes.
Tus besos me alimentan, necesito que pases otro rato
conmigo, no puedo seguir mirándote en secreto, mi piel se volvió adicta a tu
roce, qué importa si está bien o mal, ojalá y esté mal.
Y me dije; me enamoré… no, no lo hice, quise, quise
demasiado, pero nunca amé, nunca me porté como debía, al grado de obsesionarme,
buscarlo con unos nervios que hasta a mí me consumieron, me aterré de aferrarme
a la idea de que nunca podría dejarlo marchar, pero esa es una historia que
quiero dejar de contar; es que es de las más interesantes que he tenido, mi
proceso de meses para sacar de mi mente a un personaje desconocido, al que le
dediqué más de una galaxia de cuestionamientos, argumentos del porqué debía
quedarse…
QUÉ FELIZ ESTOY DE QUE SE HAYA MARCHADO, QUE FELIZ ESTOY DE
HABERLO BESADO DE NUEVO... (Mataré a los
testigos de nuestras caricias).
Ya no tengo miedo a tu ausencia. “Mi corazón está seco”.
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